Francia vive convulsa. Lleva casi una semana de huelgas y a día de hoy el 20 % de las gasolineras del país amanecen con el cierre echado. Ya hay quien compara esta situación con la de mayo del 68, pero establecer paralelismos no deja de ser un ejercicio complicado. Quizá el sonido ronco de los manifestantes se le parezca. Quizá, incluso, el desarrollo de estos primeros días de protesta pueda recordar a aquellos. Es posible que alguien crea que la respuesta social y política sigue un patrón similar. Pero a poco que arañemos la pintura del presente veremos que en nada se parece esta situación a aquella.
El tema que ha encendido los ánimos –y de ello deberían tomar nota nuestros políticos- ha sido la reforma de las pensiones. El otro día le preguntaban a una chica que asistía a una multitudinaria manifestación en París qué era lo que exigían y su respuesta siguió el guión de su naturalidad. “Si prolongan la edad de jubilación, la gente de mi generación tendremos menos puestos de trabajo a los que optar”. Podía haber disfrazado su discurso de romanticismo o adornarlo de retórica izquierdista. Pero no. A ella poco parecía importarle la sociedad de consumo, la cultura de masas, los movimientos políticos en Sudamérica o el duro contexto económico al que se abraza la pretendida reforma. Y mi sensación es que todo eso no le importaba ni a ella ni a los demás. A los que corrían a su lado, delante de la policía, buscando el sentido que no tiene la rebeldía de su edad.
Ya no hay playas bajo los adoquines. La búsqueda del ideal se reduce a encontrar un puesto en el que poder encontrar la estabilidad que la sociedad nos demanda para hacernos mayores y vivir tranquilos. Los sueños hace tiempo que se despojaron de romanticismo y así nos va. Con más de tres millones de franceses pateando el alquitrán sin saber qué le preocupa al que camina a su lado. Aunque ellos al menos caminan. Nosotros miramos. Y así nos va…
martes, 19 de octubre de 2010
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Muy buenas y enhorabuena por el blog (acaba de recomendármelo una buena amiga y veo que, como de costumbre, guía bien mis pasos).
ResponderEliminarInteresantísima la reflexión de fondo, con la que no sé si termino de estar del todo de acuerdo, pero que hace pensar en cualquier caso: aquí ya no hay grandes utopías románticas de juventud, la lucha no obedece a insignes ideales sino a necesidades mucho más inmediatas y terrenales.
¿Crisis de valores motivada por una amenaza a la pirámide de Maslow? O lo que es lo mismo: ¿existe tanta incertidumbre por el futuro propio que la gente ya no se preocupa del de los demás?
Lo dicho, un texto que invita a la reflexión (bienvenido sea).
Enhorabuena por el Blog, me parece un tema muy interesante, y que nos afecta a todos directamente. En España necesitamos un cambio de mentalidad, como bien dices si en Francia caminan sin mirar al de al lado, en España vamos más allá, pero el Gobierno tiene que colaborar, menos medidas electoralistas y más opciones laborales. Las medidas que el Gobierno plantea de alargar la edad de jubilación, me parece un error, no solo porque no es la solución al problema, sino porque es una medida muy injusta.
ResponderEliminarEnhorabuena por el Blog, me parece un tema muy interesante, y que nos afecta a todos directamente. En España necesitamos un cambio de mentalidad, como bien dices si en Francia caminan sin mirar al de al lado, en España vamos más allá, pero el Gobierno tiene que colaborar, menos medidas electoralistas y más opciones laborales. Las medidas que el Gobierno plantea de alargar la edad de jubilación, me parece un error, no solo porque no es la solución al problema, sino porque es una medida muy injusta.
ResponderEliminarHola, José Antonio, espero que te vaya muy bien en esta nueva iniciativa de blog.
ResponderEliminarPero hay una cosa con la que voy a disentir. Cuando la joven se preocupa por no poder acceder a un puesto de trabajo, la lectura que haces no me parece la más acertada. Sin saber si es de izquierdas o de derechas, lo más normal es que sea de izquierdas, porque para pertenecer al movimiento obrero lo primero que hay que ser es eso, obrero. Luego, una vez tenga el puesto de trabajo, dependiendo de la dureza del mismo, ya se irá acomodando en el conservadurismo o bien, cuando llegue a los 73 y no se pueda jubilar, pasará a poner bombas en el Elíseo...
Cloro, me alegro de que te sientas cómodo/a por aquí. Me alegro muchísimo de que esta columna haya despertado algo dentro de ti que te haga pensar al respecto. Y me alegra -creo que incluso más- que no acabes de estar de acuerdo conmigo. ¡¡¡Abajo el pensamiento único!!!
ResponderEliminarRafael, muchas gracias por tu comentario. Aunque tengo que ponerte un "pero": no podemos caer en el recurso de renunciar a nuestras responsabilidades cívicas y sociales escudándonos en las obligaciones gubernamentales.
Humor difícil, gracias por tus deseos. Me alegra que disientas, aunque me gustaría hacerte una puntualización: no seré yo quien critique la motivación de nadie para echarse a la calle. Luchar por tu puesto de trabajo es tan lícito como hacerlo por cualquier otra empresa que se antoja más utópica. Lo único que digo es que lo que ahora parece mover a la masa social francesa es totalmente diferente de lo que lo era entonces -léase, mayo del 68-. Pero insisto, tan loable es un motivo como el otro.