Rubalcaba es como uno de esos boxeadores que se han acostumbrado a recibir golpes y más golpes, pero que casi nunca pierde un combate. Se podría decir que gana por cansancio del rival. Y ahora Zapatero lo ha colocado muy cerca de su figura. Ahora, que el cansancio es una mochila que todo el mundo parece arrastrar. El gobierno está cansado de gobernar. La oposición está cansada del talante y la ceja. Y los ciudadanos expresan su hipercansancio en cada una de las encuestas a las que se ven sometidos. Una, recientemente, decía que de celebrarse hoy elecciones, el cincuenta por ciento de los andaluces no iría a votar…
Hace unas semanas, el ahora hombre fuerte del presidente concedía una entrevista a Juan José Millás en la que decía que no le apetecía en absoluto volver a la Moncloa. Es posible que aquello fuera un aviso a navegantes. Puede ser que, visto el rumbo que tomaba el ejecutivo, Rubalcaba se estuviera oliendo su inminente llamada a los sillones más próximos a Zapatero al que podría estar mandándole un mensaje que éste no quiso entender.
La cuestión es que en el momento en que se acercan los asaltos finales, el presidente ha querido reservarse para la batalla los golpes de este púgil de la política. Aunque también hay quien piensa que los cambios de carteras ministeriales tienen que entenderse en clave sucesoria. Y todo eso justo después del más reciente fiasco del nuevo vicepresidente primero: posicionarse tan claramente del lado de la perdedora “señorita Trini”, como dijera Alfonso Guerra. Pero es que la memoria es muy selectiva en esto de la política, y el presidente ha preferido quedarse con su habilidad para manejar situaciones complicadas, su alto perfil político y sus descabezamientos continuos de la cúpula de ETA. Del fracaso de la tregua con los terroristas, el declive del gobierno de Felipe González o la elección continua de la carta equivocada será algo de lo que se ocupe la oposición.
jueves, 21 de octubre de 2010
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