miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL FRACASO DE OBAMA

Hace dos años que el primer presidente negro llegó a la casa blanca y hoy parece que el efecto Obama se ha diluido por completo. Su escalada al sillón presidencial provocó un entusiasmo popular del que no parece quedar nada más que el recuerdo. Y es que en las elecciones recientemente celebradas en los Estados Unidos no se votaba la continuidad de Obama, pero todo el mundo entiende la derrota como un fracaso que debe asumir. Incluso el mismo presidente parece haber concluido que el voto de castigo puede considerarse como una piedra de toque contra algunas de sus medidas como la intención de abordar la tan traída y llevada reforma sanitaria, como bandera de su política social.

Por otro lado, lo que estas elecciones parecen haber conseguido es poner en boca de todos un movimiento de ideología ultraderechista denominado Tea party y cuya máxima aspiración es la de recuperar “su país”, recuperar América para los americanos. Lo curioso es que a uno de los personajes que este movimiento supuestamente no adscrito a ningún partido político, ha conseguido encumbrar es el joven senador Marco Rubio, un hijo de inmigrantes cubanos al que ya se le conoce como el Obama republicano y cuyas tesis ultraconservadoras han calado fuerte en la parte más rancia de la sociedad americana.

Y ahora nos tocará volver a escuchar que la concesión del Premio Nobel de la Paz a Obama fue precipitada e injusta. Que el galardón quedará desvirtuado cuando el presidente pierda las próximas elecciones presidenciales. Pero el premio, más que un reconocimiento a su trayectoria, debe entenderse como una muestra de apoyo del viejo continente a la idea de unos Estados Unidos más justos. El desarrollo de una política social de ideología no conservadora en el país que encabeza el desarrollo mundial y uno de los más multiculturales del planeta, en cuanto a la constitución de su sociedad, se antoja una necesidad que Europa supo entender. El problema es que unas elecciones como éstas recogen un estado de ánimo general y ahora le toca a Obama interpretar las señales que recibe desde todos los frentes.

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